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“Vivo de lo que quise vivir”: Adrian Chiriano

Historias de Vida
Por: Cecilia Wild

El actual piloto de Turismo Nacional Clase 3 Adrián Chiriano, habló de sus comienzos dentro del deporte motor, sus vivencias y el trabajo que le costó llegar a donde está hoy.

Caminamos hasta el buffet donde empezaríamos la entrevista. En cada paso, no había una persona que no saludara a Adrián. De a poco ese aire fue indicando que no era solo por cortesía, sino el anticipo de una persona que construyó esos lazos afectivos tal como logró reconstruir su carrera y que hoy disfruta plenamente rodeado de la familia y los amigos.

El entrevistado abrió el baúl de los recuerdos y comenzó a compartirlos. “A veces no tiene explicación, de chico me gustaban las carreras, me apasionaba. A mi hermano también, pero mi viejo nada que ver, mi vieja menos. Fue un gusto mio desde chico, de los 13, 14 años. No empecé desde chico porque a mi viejo no le gustaba, porque a veces se dan los casos que empiezan desde muy chicos porque a los padres les gusta”.

Adrián tuvo claro su sueño y buscó la forma de alcanzarlo. “Siempre digo que tuve muy buenos amigos, a muchos les debía plata porque lamentablemente si queres correr en este deporte necesitas plata. Y a todos mis amigos le había pedido (…) Arranqué corriendo con el Karting de un amigo que tenía y me lo prestaba. A él se lo había dado el padre, pero no le gustaba. Lo llevamos al taller de otro amigo. Después me junte unos pesos y me compre uno, en ese momento no era tan caro. Para esto mis viejos no sabían nada, y guardaba el bolso en el taller. Lo llevábamos en la camioneta de otro amigo”.

Su padre se entera al año siguiente, de las competencias que su hijo había realizado en la categoría prokart, pero no lo asumió tan fácilmente. “Es algo que con el tiempo lo superé y lo tomé como algo positivo, al principio renegué un poco con eso de que a mi viejo no le gustara porque fue mucho más difícil”, explicó el piloto de Mataderos. Ya en el año 2000, Adrián destacó un quiebre en su carrera: “De pasar de remarla siempre, a tener mis primeros sponsor que hoy todavía tengo. Ahí empecé a buscarle la vuelta al lado comercial”.

Y continuó: “Tuve un bajón en el 2001, que tuvimos todos en muchos sentidos. Con mis amigos estábamos armando un auto de turismo y tuvimos que terminar vendiendo el auto. Tuve que arrancar de cero pero con la experiencia de estos dos años y con el hecho de saber que con publicidad podía correr. Trabajar bien y hacer las cosas bien te va generando puertas. Comercialmente tenés que estar bien parado para poder manejar todo el tema de las publicidades para que sea rentable”.

En sus palabras se notaba la pasión y la dedicación que le aplica a este deporte. Pudo darle vuelta a la tuerca y conjugar su gusto por el automovilismo con la vida cotidiana. No es solo un piloto que toma el casco y sale a la pista, es parte de una estructura de trabajo que le costó 10 años en volver a reconstruir luego de su traspié en el 2001. Con un carisma particular, y con un optimismo que se puede percibir apenas comienza a hablar.

“Yo muchos años renegaba porque mi papá no me daba una mano, económicamente él siempre estuvo muy bien, a mi nunca me faltó nada, simplemente fue la decisión de que no quería que corra, no me apoyó para que corra. Recién ahora con el tiempo vio y entendió lo que era para mi esto. Vos ves quizás en la mayoría de los casos que dicen ‘ya se le va a pasar’, y lo mio no… Yo lo transforme en un medio de vida. Y un poco logré que los de alrededor entendieran que es un medio de vida”, afirmó Chiriano.

Junto con su equipo de trabajo, se instalan en el autódromo de temprano y disfrutan lo que hacen. “Nosotros venimos acá, no salimos, nos levantamos siete y media de la mañana. Nos instalamos en el autódromo. Muchos años me costó revertir el pensamiento de mi viejo, hoy agradezco que no me haya ayudado, porque veo otros casos que corrieron o corren mientras los padres lo pueden bancar. Cuando no pueden quedan en la nada, porque no saben nada del sistema y entonces no tienen como resolver eso”.

“Vivo de lo que quise vivir. Mi viejo quería que estudie y lo hice, y también se lo agradezco porque hoy no hubiera tenido la posibilidad de entender este circuito. Entonces con el tiempo terminé dándole vuelta el pensamiento”, aseguró el piloto que siguió administración de empresas y hoy gracias a su estudio puede simplificar con conocimientos el ruedo donde está inserto.

Fanático de Ayrton Senna, su hijo lleva el nombre del mítico corredor brasileño de Fórmula 1. Una promesa que se propuso luego del trágico accidente de Senna que no lo dejó dormir y que luego de 15 años, cuando nació su hijo la cumplió. Hay cosas que Adrián no quiso dejar afuera de la entrevista: su hijo y Ayrton Senna, casualidad o no, ahora comparten un nombre. Cada vez que los menciona, sus ojos se ponen con otro brillo. Igual que cuando habla de su padre, a quien siempre termina agradeciendo.

Entre sus reflexiones personales, también recordó anécdotas que le sacaron sonrisas: “Yo siempre imaginé correr. Es más, cuando llega el viaje de egresados, mis viejos me empezaron a pagar el viaje y yo no quería ir porque había una carrera del campeonato de karting. Y no fui al viaje de egresados. Mi vieja ya sabía que estaba corriendo y le dije que no me pague nada porque yo no iba a ir. La realidad es que yo siempre tuve claro que quería correr”.

El piloto sabe reconocer errores, pero no se detiene ahí, sino que siempre piensa en lo que vendrá. “Me fui haciendo de cosas en el ascenso, también por lo que pasó con lo mio, pienso en que quizás el día que a mi hijo le guste y que perdure, trataría de estar con él, explicarle y enseñarle toda la parte que yo tuve que aprender. Como a mi me costó llegar hasta acá, valoro el hecho de estar. No me permito que falte algo por una falta, por distraerme. Después si me va mal, me va mal, pero me voy tranquilo que hice las cosas bien”.

La última pregunta fue acerca de las sensaciones por las que transita cuando está dentro de un auto de carreras, y en la cual respondió: “Busco concentrarme, no cometer un error, en que salga lo mejor en ese momento. Nunca pienso en que algo va a salir mal, el día que piense eso es porque algo cambió. La realidad siempre la miro con mucho optimismo”.

Justamente optimismo, una palabra con la cual se lo puede describir. La entrevista dejó varias sensaciones. Entender que atrás de un auto además de haber mucho trabajo, también hay historias que sirven de ejemplo. Que hay varias formas de hacer las cosas, pero una es segura: con dedicación y constancia se pueden lograr los objetivos. Puede que lleve más tiempo que el camino más rápido, pero la conciencia estará tranquila de haber hecho lo mejor. Y una última impresión, quizás esta es la más linda: ser testigo de que los sueños no son solo sueños. Que al final de tanto buscarlos se encuentran, como le pasó a Adrián, que hoy puede vivir de una pasión que lo despertó desde chico.

Por Cecilia Wild ( @ceciWild)
Foto: Eduardo Colazo.( @Calledeboxes)

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